“Perder a Alberto fue como sufrir la muerte de un padre”

17/10/2017 - 04:00hs

La exvedette y actriz Susana Romero habló sobre las últimas horas del humorista rosarino. También recordó las épocas doradas de su trayectoria

Nacida en el seno de una familia de clase media, Susana Romero finalizó el secundario e incursionó en Alta Tensión, la producción musical de los años 70, encabezada por Fernando Bravo.

En ese contexto dio sus primeros pasos como modelo de Alta Costura y se presentó a un concurso televisivo en Sábados circulares, el programa de Nicolás “Pipo” Mancera. La joven morena atrajo al jurado por su exótica belleza y fue coronada como Miss Argentina. Meses después viajó a Grecia como representante del país y participó del certamen Miss Universo, donde obtuvo el sexto lugar.

Tras un tiempo considerable en Europa, Susana regresó a Buenos Aires para continuar con su prolífica carrera en el modelaje siendo protagonista de comerciales, campañas publicitarias y tapa de las revistas más renombradas.

En los 80 volvió a la pantalla chica en No toca botón, junto a Alberto Olmedo, César Bertrand, Beatriz Salomón, Javier Portales, Divina Gloria y Adriana Brodsky. Con un éxito arrollador, además del programa televisivo, las producciones de Olmedo eran llevadas al cine y al teatro. Esta época marcó una forma de hacer humor y tras la insólita muerte del humorista (1988), los integrantes de estos ciclos quedaron a la deriva o sin empleo.

Tras ese trágico hecho, la morocha se alejó del trabajo artístico y se abocó al vínculo sentimental con el escribano mediático Abel Jacubovich. La pareja se casó y fruto de este amor nacieron Sofía Nicole y Calanit Diva. Sin embargo, como no todo lo que brilla es oro, en 1995 el matrimonio llegó a su fin. A partir de ese momento, Susana dividió sus días entre la crianza de sus hijas y la pintura, e inició una carrera radiofónica. También regresó a las tablas como comediante y lanzó su libro llamado El amor después de la pena, donde describe anécdotas de su vida.

Durante una entrevista con este medio, La Negra se refirió al vínculo construido con el entrañable Alberto Olmedo y la experiencia vivida junto a Salvador Dalí. Además confesó que, ahora, está “absolutamente entregada a la fe”.

—Durante uno de tus viajes a Europa conociste a Salvador Dalí, ¿cómo fue ese encuentro?

—Me contrataron para trabajar en París por un año. Durante mi estadía, me presenté en Élite, una de las agencias más grandes. Allí me enviaron a una reunión con un artista plástico sin saber que se trataba de Salvador Dalí. A mí siempre me gustó la pintura y él es uno de mis favoritos. Llegué a un hotel lujoso, me abrieron la puerta y estaba sentado detrás de un escritorio. Tuve la suerte de conocer a Gala, su hermosa mujer. La pareja me trató divinamente. Salvador me dijo date vuelta, me miró y exclamó: No, niña. Eres hermosa pero tienes un culo muy pequeño, no va a poder ser. Fue una experiencia inolvidable.

—En las producciones de Olmedo trabajaron innumerables estrellas que, además, construyeron una gran amistad. ¿Cómo siguió la vida después de su desaparición física?

—Fue muy complejo, nadie esperaba una muerte tan repentina. La situación fue dolorosa y terrible para cada uno. Se superó como se pudo. Tanto los actores como nosotras, las chicas, éramos amigos de Olmedo, todos dependíamos del trabajo que teníamos con él. Con todas las producciones que hacíamos, no contábamos con la chance de tener otra cosa porque no nos daban los tiempos. Entonces cuando se derrumba el pilar de todo eso, es como si la casa se te cayera encima. Fue duro, no solo por el trabajo. Fue como la desaparición de tus padres: se te doblan las rodillas, no podés contener el desconcierto y el dolor. Perder a Alberto fue como sufrir la muerte de un padre.

—¿Dónde estabas cuando te enteraste de su muerte?

—Él tenía mucha confianza conmigo, me tocaba la puerta del camarín, compartíamos una charla, me contó secretos que jamás voy a decir porque soy una tumba, son códigos. Estábamos en plena temporada; al finalizar la función, Alberto, Beatriz y yo salimos juntos a comer. Él estaba muy contento porque iba a reunirse con quien era su pareja (Nancy Herrera), después de una pelea breve y posterior reconciliación. Al respecto le dije que tuviera cuidado porque las reconciliaciones son bravas y que se cuidara mucho. Después cada uno se fue a su casa. Durante la madrugada me llamó el Facha Martel para contarme lo que había pasado. Horas después, nos reunimos en la casa de Beatriz Salomón.

—¿Siguieron en contacto con tus excompañeras?

—Es difícil acordar para vernos y tener una vida de amigas más normal. Las quiero a todas, cuando nos encontramos, nos contamos toda nuestra vida en 10 minutos.

—Actualmente, las comedias picarescas de los 80 son señaladas como sexistas o degradantes, ¿cuál es tu opinión al respecto?

—En esa época éramos bebés de pecho en comparación con lo que se hace ahora. Eran temáticas de comicidad. Por ejemplo, con Nicolás Scarpino hacíamos 4 por 4, una comedia exitosa en Buenos Aires y Carlos Paz. Él interpretaba a un chico gay, maravilloso, pero eso no es ofender ni estar contra el género ni la comunidad homosexual. Lo mismo si yo encarnara a una prostituta en un filme, tampoco sería una ofensa para aquellas mujeres que deben trabajar en la calle. Está bien que se tome conciencia sobre la figura de la mujer, que se prevenga la violencia de género, que se defiendan los derechos de todos, pero sin caer en extremos.

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