Bye, bye, Osmel

POR BORIS IZAGUIRRE

10 de febrero de 2018 07:09 AM

Es una asombrosa coincidencia que el mismo día 7 de febrero, Osmel Souza anunciara su retirada como el Zar de la Belleza, el hombre que convirtió el Miss Venezuela en una marca reconocida mundialmente. Y unas horas más tarde, Nicolás Maduro, también jefe de estado pero de un país en caos, proclamó una fecha para unas elecciones que todos dicen ganará porque ha acorralado a la oposición de tal manera que no tienen capacidad de reacción.

Venezuela no para de dar noticias. Su carestía de alimentos, la crisis sanitaria, el éxodo de la población (Telemundo informó que más de 600 mil venezolanos han cruzado la frontera con Colombia), una oposición dividida, prácticamente rendida a Nicolás y las misses sin Osmel. ¿Qué más puede pasar?

Lo primero que me vino a la cabeza es que Osmel sabe chino y seguramente lee la borra de café y vio que el futuro es negro para Venezuela y es mejor apartarse. Es el fin de una época. Osmel y el Miss Venezuela representaban esa Venezuela que el chavismo ha destruido. El país joven, rico, bello que sin embargo no sabía ver que estaba rodeado de miseria. He sido presentador invitado del Miss Venezuela por tres veces y siempre recordaré el esfuerzo que Osmel y Joaquín Riviera le ponían al programa, ensayo tras ensayo, su creatividad infinita para hacer de ese show algo solo comparable a los Oscar o a un desfile en cualquiera de las dos Coreas. Y siempre me admiro del día de la emisión, la llegada del público, humilde, víctimas de las malas decisiones políticas del país, que, sin embargo, aparecían vestidos como si fueran a una boda. Peinados, arreglados, casi tanto como las misses, para vitorearlas y ayudarlas a conseguir la corona. Todos esos detalles del Miss Venezuela, arbitrarios y también estimulantes, Osmel ha conseguido meterlos en el ADN de los venezolanos. En cambio, la revolución bolivariana no ha hecho más que dividir a esa sociedad, mientras Osmel la unificó, la volvió dos palabras: Miss Venezuela.

Probablemente el chavismo hubiera deseado ese poder de penetración cultural, de propaganda que orquestó Osmel Sousa y por eso no soportaban que de todas las instituciones afines a la llamada Cuarta República, el periodo constitucional anterior a Hugo Chávez, el Miss Venezuela se mantenía firme en su estructura de glamour, sueños de grandeza y una aparente frivolidad que conectaba tan directamente con el país. Con su retirada, Osmel dice adiós y mantiene su figura en todo lo alto pero le entrega al chavismo una cierta victoria. Y eso es lo amargo.

Maduro sustituyó a Chávez, que lo escogió para continuar la revolución bolivariana, que ellos llamaban “bonita”, como si esa revolución fuera otra Miss. Maduro lo que ha conseguido es llevar al país hacia fosas abisales. Osmel no deja sucesor designado, para eso se apoderó de ese título, El Zar de la Belleza, que surgió en la década de los noventa cuando al Miss Venezuela se le llamaba “El ejército de la Belleza”. Todo idea de Osmel, que en sus cuarenta años de reinado absoluto cosechó coronas de Miss Universo y Miss Mundo, con las que vivía rodeado, expuesta en nichos a medida. “Pasa y si quieres pruébate una”, me dijo la primera vez que estuve en su oficina. No me atreví, porque por un momento pensé que estaba delante de algo sagrado. Las coronas que habían convertido a mi país en motivo de orgullo. “No seas tonto, ponte una”, insistió. Tenía razón, quizás tanta como la que acaba de emplear para decir adiós.

Escritor y presentador venezolano.

http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-venezuela/article199427784.html